Interviste

Le interviste agli autori: Giselle Lucía Navarro – Cuba [Video]

Criogenia es un libro muy íntimo, personal, en el que a través de las poesías se tocan las cuerdas del dolor. ¿Congelar el cuerpo humano se convierte entonces en un ejercicio de protección?

¿Realmente es posible congelar el cuerpo humano? ¿Cuánto de humanidad queda más allá del acto de la supervivencia? ¿Subsistir es un gesto de valor o miedo, un instinto o una dimisión? Criogenia es un libro que se sostiene sobre el gesto de la ambigüedad. En él nada es exactamente lo que parece. Su naturaleza va en la complejidad de lo simple, casi como una provocación, concebido para apreciarse en su totalidad, más que es sus partes, como una suma matemática. Digamos que Criogenia nació casi como un performance escritural donde la poeta reconstruye el interior, por un tiempo y en un período de fechas determinado donde se debía practicar el ejercicio de catarsis como protección, y en contra de sí misma, bajo el reto de simplificar la palabra hasta que casi no quedase nada de metáfora ni lenguaje rebuscado en ella. Hacer de la poesía un acto íntimo que, más que inocular imágenes y sentimientos dentro del lector, le provocase crearlos.

Un poemario que tiene una estructura bastante peculiar: a través de poemas que tienen forma de órganos va surgiendo el cuerpo de una mujer, que es como si naciera después de un parto largo, doloroso pero necesario. ¿Quién es esta mujer y de dónde nace?

Mi locura es sagrada, no la toquen, como dijese Dalí. Donde no existe final tampoco hay principio, y aquello que se oculta dice más que lo que se muestra. Cada mujer tiene dentro de sí muchas mujeres, incluso otros seres. El cuerpo del libro es una estructura andrógina que suele inclinarse más a lo femenino. Podría describirme o anularme. Es ese el punto de peligro desde el que nacen estos textos, partidos en el espacio corporal, donde cada órgano se asocia a un parte del carácter o la conciencia del individuo. Un ser juzgado desde la memoria y el olvido, desde lo efímero y lo subjetivo, desde el dolor, pero siempre hacia la luz. En esas páginas hay mucho de la mujer que soy y fui, pero no es mi intención que me vean, quiero que se vean a sí mismos cuando lean.

Hay un elemento recurrente en los versos que es la bala. Una bala que puede matar, pero que también puede curar el ánimo humano. ¿Qué simboliza para ti la bala y en qué manera una bala puede curar?

Es una pregunta que siempre surge cuando hablamos de este libro, y nunca termino de responder. La respuesta de ese símbolo está en el libro que le sucede a Criogenia y que terminé en el 2020. Me gusta tejer la poesía como una continuidad, porque la poesía es lo que antecede y lo que quedará de nosotros al desaparecer, algo que trasciende nuestra propia condición humana. Mis libros no son estructuras aisladas, sino partes de mí que cuando tocan el aire dejan de pertenecerme. Por tanto, ese significado se logra leyendo toda la obra de un autor, no solo un libro. Uno de los significados de esa bala podría ser la continuidad, eso que está siempre en mi acto de creación, un acto que supone encadenamiento, maceración, desprendimiento, un gesto en sí mismo doloroso, demencial, purificador.

Otro tema que recurre en los versos es la muerte, una muerte que a veces parece necesaria, y que no es necesariamente sinónimo de punto final. Es posible renacer de las propias cenizas porque los tropiezos y la destrucción no significan necesariamente derrota sino pueden formar parte de un proceso de reconstrucción que sirve para aprender y crecer. ¿Aquí entonces entra en juego la aptitud, y la forma en que cada uno reacciona delante de estos eventos negativos que pueden revelarse hasta positivos?

El tema escatológico está presente en casi todos mis libros. Para mí el acto de morir tiene demasiados significados y rostros extintos. Es un síndrome de misterio, del que nunca tendremos una sola verdad posible sobre la mano. Regreso siempre al momento donde la respiración está por cortarse, el momento de asfixia marca el límite o lo rompe, es algo que también persigo en mis procesos creativos, los momentos de asfixia, lo ambiguo, lo terriblemente sutil y simple. Hay mucho de vida en la muerte.

En tus versos mencionas tu familia que aparece como la columna que sostiene esa mujer que va formándose. ¿Qué papel tuvieron en tu vida?

Quien olvida sus raíces y su origen termina malográndose a sí mismo. La familia es siempre un punto de inicio, incluso cuando se es huérfano sigue siendo ese pilote fundacional. Me gusta hablar de ellos siempre en presente, a pesar de que la vida sea una continua metamorfosis. De las presencias y ausencias me he nutrido y todas ellas marcan las raíces que transporto a mi obra.

En toda mi obra, también en el diseño, hablo mucho de mí, de forma real o ficticia, más bien como marco referencial para generar perspectivas. La familia de mis libros no siempre es la del cromosoma, aunque existen puntos de acercamiento, los visto y desvisto con mi palabra, pero siempre desde el amor. Imagino que no ha sido fácil y puede ser muy agotador lidiar con mis instintos creativos y de movimiento constante, pero el agradecimiento es infinito, porque la familia que te apoya, incluso cuando no te entiende, es un árbol sagrado.

En Miocardio hablas de la simplicidad. Siempre cuento que la herencia que dejó mi breve experiencia de vida en La Habana fue justamente eso: aprender a valorar las cosas pequeñas, porque la simplicidad es algo importante en este mundo que corre muy rápido, y estamos olvidando valorar. ¿Te pregunto entonces qué es para ti la simplicidad y si crees que estamos perdiendo la capacidad de reconocer la importancia que esta tiene?

En la época que escribí Criogenia ya tenía cinco cuadernos de poesía engavetados, en verso libre y décima; dos novelas para niños y tres ensayos. Tenía 22 años y estaba muy decepcionada del mundo literario, quizás porque probé su sabor con demasiada prontitud, y todo exceso tiene consecuencias. Existían estructuras sociales construidas alrededor del fenómeno gremial de los escritores con los cuales no me identificaba ni me identifico. Dejé de enviar a concursos y prácticamente estuve cinco años sin participar en eventos, disfrutando únicamente del acto de crear en silencio. En Cuba los premios literarios son frecuentemente las puertas que te conectan con las editoriales, y un autor escribe por necesidad espiritual y necesidad de comunicar lo que escribe. Nunca pensé publicar este libro, pero poco antes de culminar la investigación de mi tesis de Licenciatura dije “¿Por qué no?”, y entregué ambos libros el mismo día. Un riesgo, pero el instinto hace esas cosas, hasta ahora no me arrepiento. Con Criogenia quise hacer algo diferente dentro de mi obra, mirar hacia otro lugar.

La sencillez habita siempre en el corazón que no se deja destruir, que permanece, en los seres que conservan su sensibilidad porque han descubierto a tiempo que ese es el motor que nos mantiene vivos sobre este planeta. No deseamos vivir en un mundo baldío, por ello es necesario comprender la diversidad de pensamiento, de actitud, de emociones. Un artista debe contaminarse del entorno, pero saber conservar lo puro. Los que trabajan con la palabra, con el pensamiento, necesitan humildad, sencillez, tolerancia, sensibilidad, tiempo de meditación y, sobre todo, entrenar la capacidad de equilibrio y coherencia entre todas estas.

Vivimos en un mundo burbujeante, bulímico, profundamente mimético, que necesita cambios, trascendencias, evoluciones, pero no creo que hayamos perdido la capacidad de percibir lo simple, mientras seamos humanos eso estará dentro, lo que más necesitamos es volver a percibirnos a nosotros mismos, mirar al interior, detener para luego volver a andar. 

En tus poesías se puede apreciar un lenguaje directo, sencillo y muy eficaz. No buscas adornos tampoco prácticas ejercicios de estilo. La sensación es que estos poemas hayan salido directamente del corazón. En un poema defines la poesía “como máscara, bandera, arma…”. En otro poema confiesas que dejar de escribir significaría perderse para siempre. ¿Entonces te pregunto qué significa para ti escribir poesía? ¿Dónde apunta tu poesía?

Criogenia podría tener ese lenguaje directo y sencillo, pero es una ventana diferente a otros libros. Ninguno se parece, están llenos de contrastes, sobre todo los escritos en décima, donde la metáfora es más palpable y explosiva, sin llegar al barroquismo. Si son eficaces o no es algo que el tiempo dirá. En este libro, como en diseño, “menos es más”. Hacer que la palabra, congelada, desnuda, liberase cada uno de sus rostros y cada verso tuviese ocultos más significados que la aparente frase directa, supone otro nivel de complejidad, demanda otra sensibilidad por parte del lector para que el mensaje llegue.

El escritor asume el riesgo, y esa, particularmente, es una de las cosas que amo de la escritura, del arte, de la vida, que nunca sea un terreno seguro, que tengas que ganarte cada instante de respiración y tu energía condicione todo. Empecé a escribir muy joven, y muchas veces me sentí cansada, saturada, pero esos estados de ánimo, ese cinturón de emociones caóticas, son parte de la creación, si no existiesen la escritura sería algo artificial, y los libros no nacen de máquinas, son gestos humanos, hechos a imagen y semejanza de sus creadores, llenos de virtudes y defectos.

Para mí escribir (el acto de parir la idea) es siempre equilibrio, alumbramiento, conexión con mi naturaleza humana y el universo, una fuente energética inagotable. La poesía como vehículo de paz, que nos permite reflejar las interioridades del alma humana, sus bellezas y crudezas. El arma con la que transformo esa palabra, en lo escrito o lo visual, para llegar a los demás. Escribo para el ser humano, apunto a su corazón. Deseo que mis poemas lleguen a su corazón y no solo a su cabeza. Los poemas que llegan a tu corazón son los que te cambian la vida. Para mí la poesía no es un entretenimiento, es algo muy serio, como una misión. La palabra es siempre oxígeno, y deseo que penetre como una bala, una bala que cure y despierte, que permita que la persona se mire a sí misma. No importa si olvida el poema. Lo importante es que mi palabra haya sembrado en esa persona una sensibilidad, esa sensibilidad que nos permite cambiar el mundo.

Hablamos de lenguaje sencillo, pero las palabras tienen un peso, un valor importante. En Genital y en Útero escribes “asumo el peso que tiene la palabra”. Un famoso director de cine italiano (Nanni Moretti) en una película del 1989 (Palombella rossa) decía que “las palabras son importantes”. ¿Qué peso tiene la palabra en nuestro mundo actual, donde incluso gracias a las redes sociales estamos sujetos cada día a una lluvia de información? ¿Crees que somos conscientes de la importancia que reviste la palabra?

La palabra tiene la misma importancia que le damos a la vida, porque nuestra naturaleza humana no puede sobrevivir sin esta. Decir palabra y entender todas las posibles formas de expresión que tiene el lenguaje escrito, verbal, corporal. El lenguaje es la base de nuestro pensamiento, de nuestro crecimiento, por tanto, es como otro órgano del cuerpo. Su peso casi siempre es el mismo, lo que cambia es la dirección, la semiótica, la sensación.

Esa lluvia de información nos aplasta cuando no sabemos equilibrar, porque nuestro cerebro está adaptado a funcionar más como esponja que como filtro. Las redes sociales no constituyen un fenómeno negativo, incluso, tiene múltiples ventajas, y la principal es que supone un reto al cerebro, a la expresión, a la comunicación, el reto de ser cada vez más humanos en esa otra realidad.

La cuestión de si somos conscientes o no de esa importancia que tiene la palabra en nuestra sociedad depende siempre de los ritmos con que manejamos nuestra vida. Uno puede no ser consciente de algo y hacerlo por inercia. La enajenación, la ignorancia, la saturación forma también parte de ese metabolismo mental que necesitamos para evolucionar.

¿Cómo entra Cuba y la vida cubana en tu poesía?

En mi escritura está muy presente, aunque sea de un modo atípico y sutil, no tanto en localizaciones como en sentimientos. Mis novelas para niños tienen mucho de la infancia que viví y la que observo cada día en las calles. Me gusta caminar sola por la ciudad, descubrirla en silencio y observar lo que nadie observa, sacudir el polvo, darle luz. Quizás eso se observe de una forma más marcada en mi libro de poesía La Habana me pide una misa, editado por ediciones Extramuros.

Aunque mi concepto de país y nacionalidad es diferente al habitual, el suelo donde uno nace y crece es parte de la estructura corporal que sostiene. Tengo la bendita circunstancia de descender de emigrantes, así que porto otros cruces en mi espíritu, una mezcla que agradezco. Pero mi país es sagrado, y fluye como ese mar que contemplo cada día y que está por todas partes. Cuba no entra ni sale, Cuba es parte de mí y viajará conmigo eternamente en mis modos de crecer.

Sé que eres una amante de la cultura italiana (y que estudias italiano). ¿Crees que de alguna forma la cultura italiana ha influenciado tu estilo de escritura? ¿Quiénes son tus autores favoritos?

Llegué a la cultura italiana de forma accidental. Soy un ser de instintos y esa es la única lógica que me guía. Es difícil describir mi vínculo en pocas palabras, porque es algo energético y viene desde muchos sitios. Recuerdo que tenía 7 u 8 años y estaba en un ensayo en el teatro García Loca (actual Alicia Alonso), porque en aquellos días bailaba. Llegué muy temprano al lugar y nos tropezamos con un grupo de estudiantes de canto lírico que ensayaban la puesta en escena de una ópera, no podría decirte cual, solo sé que estuve toda la semana repitiendo aquellas estrofas y así cada vez que me encontraba con ese idioma algo dentro de mí palpitaba. Además, en mi casa se veía mucho cine del neorrealismo y mi tío tenía muchos libros de arte en italiano. Años después inicié estudios en la Societá Dante Alighieri.  

Con respecto a los libros, estuvieron llegando desde la infancia los clásicos de siempre y otros con los que me identifiqué demasiado y prefiero reservarme. En la poesía Quasimodo, Ungaretti, Pavese, la Merini, Pasolini …. son nombres que figuran en los libros a los que regreso siempre. No tengo favoritos. Ahora trato de profundizar el dominio del idioma y encontrar textos originales, no más traducciones. En Cuba es difícil encontrar libros en italiano en las librerías, pero siempre hay formas.

Por otra parte, está el diseño industrial y la moda, puntos que construyeron mi visión como diseñadora. Hay muchos autores que marcaron mi forma de ver la creación desde el proceso in situ. También está la figura de la mujer en las artes plásticas, Artemisia Gentileschi y Sofonisba Anguissola… son nombres que aparecen a veces en mis textos y a los que dediqué algunos artículos. En aquellos días de adolescencia el libro de Vasari estaba siempre en mi cabecera.  

El pasado año nació el proyecto Poeti in Parallelo. Poesia é comunitá, donde me desempeño como curadora y directora artística, un abrazo poético entre nuestros países, del que han nacido y nacerán frutos hermosos. He conocido personas especiales de diversas regiones de la península, y si bien es cierto que a casi todos los jóvenes que coquetean con el medio artístico han mirado alguna vez a Italia con ojos de asombro, a mí la Italia que me gustaría conocer no es la que exportan en los libros turísticos, sino esa de la que pocos hablan, los trozos de piedra que murmuran historia entre las grietas, las calles y los balcones olvidados donde queda la infancia, donde los viejos se asoman para tender sus sábanas (como en La Habana), mientras hablan entre ellos con lenguas antiguas. Un país se descubre siempre por sus zonas olvidadas.

Después de todo esto puedes imaginar hasta qué punto me ha influenciado tu cultura. Criogenia, por esos misterios que tiene la vida, llega al público italiano antes. En Cuba será publicada por ediciones Unión, de la UNEAC. No puedo dejar de agradecer los cruces de energía ti, a Daniel, a Matteo, a Ensemble, porque he disfrutado inmensamente el proceso de traducción y el nuevo nacimiento de esta obra, sobre todo en tiempos tan complejos como los que vivimos, donde cada detalle adquiere otra connotación, y volvemos a abrir los ojos a las cosas que realmente importan. Eso es lo que amo de la creación, que cada proyecto sea una semilla. La poesía podría ser simplemente ese gesto energético y humano que viaja de un espíritu a otro y alumbra.

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Alessandro Oricchio

Dottorando in studi politici Sapienza Università di Roma, speaker di Teleradiostereo, giornalista pubblicista iscritto all'Odg del Lazio. Amante dei libri, dei viaggi, del calcio, della lingua spagnola, del mare e della cacio e pepe.

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